París en pijamarama

Gracias a la editorial Kalandraka hemos podido disfrutar de este cuento, que quizá en otras circunstancias no habríamos comprado por desconocimiento, pero que merece mucho la pena.

Paris en pijamarama está ilustrado y diseñado por Michael Leblong y Frederique Bertrand, y tiene unas ilustraciones que, sinceramente, son increíbles.

La historia es simplemente la visita en sueños a Paris por parte de un niño que pide a sus padres si puede dormir con su torre Eiffel. Así empieza un viaje fascinante por las calles de Paris, que parecen animadas y en movimiento a lo largo del libro gracias a la magia de la lámina que hace que todo cobre vida; esto es así por la técnica del ombro-cinéma. El ombro-cinéma no es una novedad o un descubrimiento reciente, se trata de una técnica antigua, muy de moda a principio del siglo XX y que se usaba en teatro de sombras chinas. Consigue crear la ilusión del movimiento mediante el juego con nuestra retina, aprovechando que ésta retiene la última imagen vista durante una fracción de segundo y nos muestra la siguiente. De este modo, se crea una sensación de movimiento como la que podéis ver en el siguiente vídeo.

Se trata de un libro ideal para ir mostrando a los niños elementos característicos de las ciudades más conocidas del mundo de una forma diferente. Hasta ahora se han publicado libros relacionados con Paris y Nueva York, pero estoy segura de que si sacan más serán todo un éxito. En el caso que nos ocupa, puedes hacer un recorrido por las calles de París sin moverte de tu sofá, pudiendo enseñarle a tus hijos los grandes monumentos, contándoles cosas de la ciudad que estás visitando y de la que estás disfrutando desde tu casa.

La cara de los niños cuando ven que los dibujos se mueven es impagable, quedan totalmente asombrados por el movimiento de las imágenes y desde luego con ganas de más. Nuestra hija, por ejemplo, no paraba de pedir que lo volviésemos a contar. Aquel día sus abuelos a cenar y enseguida lo sacó para enseñárselo, mostrando de nuevo su cara de “alucine” al ver como todo se movía. Además, se notaba que se había quedado con todo lo que su padre le iba explicando porque luego ella se lo contó con las mismas palabras a sus abuelos. A mi, por ejemplo, me encanta la ilustración de la Catedral de Notre Dame, es fabulosa.

Por poner algún pero, esperaba algo más de las calidades de edición del libro, concretamente de las tapas, que son de cartón pero no rígidas, siendo más endeble que una encuadernación en carboné tradicional. No es un factor decisivo a la hora de decidir si comprarlo o no, pero es algo a tener en cuenta, más que nada porque es un libro para “manitas exploradoras” que querrán ver este libro más de una y dos veces. En todo caso, si queréis regalar un fascinante viaje sin moveros del sofá, o recordar el viaje a Paris que tanto disfrutasteis en su momento, podéis hacerlo con este cuento tan original, que en absoluto os decepcionará.