Azul. Pabellón de Verano

Azul. Pabellón de Verano

A partir de 8 años.
De 2 a 4 jugadores. Entre 30 y 45 minutos por partida.

Azul, pabellón de verano es la tercera y más reciente entrega de la saga diseñada por Michael Kiesling. Se trata de un juego publicado originalmente por Plan B Games, que distribuye en nuestro país Asmodee.

EN QUÉ CONSISTE

En esta ocasión, y tras haber ayudado en los dos primeros juegos de la trilogía a construir los Palacios de Évora y Sintra, recibiremos un nuevo encargo del rey Manuel I de Portugal: construir un Pabellón de Verano con el que honrar a los miembros más celebres de la Familia Real.

Manuel I falleció antes siquiera de que esta obra se pusiese en marcha. Sin embargo, nosotros seguiremos trabajando en el encargo recibido, con el objetivo de conseguir el Pabellón más bello y que más puntos nos reporte.

COMPONENTES

– 4 tableros individuales de cartón, impresos a doble cara
– 1 tablero central de puntuación, de cartulina, impreso a doble cara
– 132 fichas de resina, de forma romboidal
– 1 ficha de jugador inicial, de resina y forma romboidal
– 1 bolsa de lino
– 9 expositores de fábrica, de cartón
– 1 torre de cartón
– 5 piezas de madera (1 marcador de ronda y 4 marcadores de puntuación)
– 4 fichas de cartón de puntuación (para indicar que superamos los 80 puntos)
– 1 reglamento (6 páginas, plegado en C)

PREPARACIÓN DE LA PARTIDA

Se vacían las 132 losetas en la bolsa de lino. Se coloca en el centro de la mesa el tablero de puntuación, se rellenan los espacios del suministro común con 10 fichas cogidas al azar de la bolsa y se coloca el marcador de ronda sobre el número 1.

La zona central se completa colocando la torre, que servirá para descartar fichas durante la partida, y un número determinado de expositores de fábrica, en función de la cantidad de jugadores: 5 expositores para dos jugadores, 7 expositores para 3 jugadores y 9 expositores para 4 jugadores. Los expositores se colocan formando un círculo, cuya zona interior determinará “el centro de la mesa”. En esa zona se coloca, de momento, la ficha de primer jugador. Cada expositor se rellena con cuatro piezas de resina, cogidas al azar de la bolsa.

Foto: BGG, Walter Debisschop

Cada jugador toma un tablero individual y su correspondiente marcador de puntuación de madera, que coloca en la puntuación 5 del tablero central.

CÓMO SE JUEGA

La partida consta de un total de 6 rondas. En cada ronda, hay un total de 3 fases:

– Adquisición de losetas
– Colocación de losetas sobre nuestro tablero individual
– Preparación de la siguiente ronda

El jugador más joven comienza la partida, siguiendo el turno en sentido horario. En la fase de adquisición de losetas, los jugadores pueden coger todas las losetas de un mismo color de un expositor de fábrica, descartando el resto al centro de la mesa. Hasta aquí, la mecánica es exactamente igual a del Azul original. Sin embargo, entra en juego un nuevo elemento: el color comodín de la ronda. El tablero de puntuación nos indica un color comodín por ronda, que podrán reemplazar a cualquier otro color en la fase de colocación.

¿De qué forma afecta esto a la fase de adquisición? Por un lado, no podemos seleccionar todas las piezas de un expositor del color comodín de esa ronda, tal y como se haría con cualquier otro color. Por otra parte, si en el expositor hay una pieza del color comodín, la cogeremos junto con las piezas del otro color seleccionadas. Ojo, solo podremos hacernos con un comodín. Si hubiera varios, el resto se descartarían directamente al centro de la mesa.

Foto: BGG, Walter Debisschop

La otra opción a nuestra disposición durante la fase de adquisición es la de coger losetas del centro de la mesa. Para ello, cogeremos todas las losetas de un mismo color que haya en el centro de la mesa (no puede ser el color comodín). Si hubiera una o varias losetas del color comodín, cogeremos además una de ellas, dejando el resto en el centro de la mesa. Si somos los primeros en coger losetas del centro de la mesa, tendremos que retroceder un número de puntos igual a la cantidad de losetas que hayamos cogido. Como recordatorio, cogeremos el marcador de jugador inicial, que nos indicará quien comienza a colocar sus fichas en la fase dos.

La fase de adquisición continúa hasta que ya no quedan fichas por repartir, ni en los expositores ni en el centro de la mesa. A continuación, se pasa a la fase de colocación. Comenzando por la persona que tenga el marcador de jugador inicial, colocará fichas en su tablero individual, en cualquiera de las estrellas de colores o en la estrella central. Para ello, deberá comprobar que dispone del número total de fichas necesarias (de 1 a 6 fichas, marcadas en cada casilla que forma la estrella). Para completar ese número de fichas, puede utilizar tantas de color comodín de la ronda como quiera, teniendo que combinarlas con al menos una ficha del color que va a colocar. Si cumple con estos requisitos, colocará una ficha en la casilla que desee y descartará el resto en la torre. La estrella central permite colocar UNA ficha de cada color, sin restricciones adicionales y en las mismas condiciones de colocación que en las estrellas de color.

Una vez colocada la ficha, se comprueban la puntuación y las posibles bonificaciones. Cada ficha colocada proporciona un punto. Si es adyacente a otras, aporta tantos puntos como fichas tenga adyacentes. En cuanto a las bonificaciones, se obtienen por rodear con las fichas colocadas los pilares, estatuas o ventanas de nuestro tablero de jugador. Rodear un pilar nos permitirá coger una ficha del tablero central. Rodear una estatua nos permitirá coger dos fichas. Por último, rodear una ventana nos permitirá coger tres fichas de ese tablero central. Si robamos fichas del tablero central, los espacios se rellenan automáticamente con fichas cogidas al azar de la bolsa.

Durante la fase de colocación, un jugador puede pasar, bien sea por obligación al no poder colocar más fichas o por voluntad propia. Una vez pase, podrá almacenar para la siguiente ronda hasta cuatro fichas, mientras que las restantes se descartarán en la torre, perdiendo el jugador un punto por cada ficha descartada.

En la fase de preparación de la siguiente ronda, se avanza el marcador de ronda, se rellenan los expositores de fábrica (llenando la bolsa con los descartes de la torre si en algún momento se queda vacía) y los jugadores colocan junto a su tablero las fichas que hayan reservado de la ronda anterior. De esta forma se sigue jugando, ganando la partida quien obtenga más puntos a final de partida.

Para calcular la puntuación de final de partida, comprobaremos si hemos completado una o varias de las estrellas de nuestro tablero, lo que nos proporcionará una cantidad de puntos determinada en función de su color. También comprobaremos si hemos cubierto todas las partes de las estrellas marcadas con el número 1, 2, 3 ó 4, lo cual nos aportará puntos adicionales. Por último, los jugadores se restarán un punto por cada ficha que haya quedado sin colocar junto a sus tableros de jugador al final de la última ronda.

MATERIALES

Una vez más, hay que destacar la calidad de los materiales del juego. En primer lugar, hay que hablar de las fichas de resina, resistentes, agradables al tacto, algunas de ellas con diseño impreso, y con una forma romboidal que supone una novedad respecto a los dos juegos anteriores de la saga. Los tableros individuales de jugador tienen un buen grosor, igual que los expositores de fábrica, que se destroquelan con facilidad.

La torre de cartón es suficientemente resistente y está bien pensada para contener las fichas que vayamos descartando. Como detalle, se incluye una pegatina que se coloca en la parte inferior, evitando que se abra por el peso de las fichas contenidas durante la partida. La bolsa de lino, impresa con un diseño en tonos verdes, es muy resistente.

En la parte negativa, destacaríamos el tablero central de jugador, hecho de cartulina y no de cartón. Algunos de los colores de jugador pueden llegar a confundirse entre sí, y las fichas de madera son muy ligeras, pudiendo ser desplazadas fácilmente con un movimiento en la mesa o por efecto del aire si jugamos en exteriores.

La caja del juego, de dos piezas y con unas medidas de 25,5 x 25,5 x 7 cm., está acabada con textura en brillo, que le aporta una aspecto robusto, elegante y muy atractivo. No es la más gruesa del mercado, pero no supone ningún problema. El juego incluye un pequeño inserto de plástico, que permite mantener perfectamente almacenados los expositores de fábrica, las fichas de puntuación y las piezas de madera. Ocupa aproximadamente media caja, dejando la otra media libre para colocar la torre, dentro de la cual podemos almacenar las fichas de resina, dentro de su bolsa de lino.

OPINIÓN

Si conocéis la saga de juegos Azul, os preguntaréis si este Pabellón de Verano aporta algo suficientemente interesante como para formar parte de nuestra ludoteca. La respuesta es rotundamente sí. A nuestro juicio, es el mejor de los tres, con un adecuado equilibrio entre la simplicidad de sus reglas y la profundidad estratégica que nos aporta. Bebe más del Azul original que de Vitrales de Sintra, del que muchos jugadores critican una innecesaria sobrecomplicación de las reglas.

Mientras que Azul acaba siendo un juego en el que hay pocas estrategias nuevas a desarrollar, especialmente cuando ya se han jugado muchas partidas, en Pabellón de Verano siempre hay alternativas estratégicas: ¿intento completar estrellas? ¿Intento ir rellenado varias a la vez para sumar las bonificaciones de final de partida? ¿Qué hago con la estrela central? Pabellón de Verano garantiza rejugabilidad, especialmente si tenemos en cuenta que los tableros de jugador tienen una segunda cara (tal y como en los dos juegos anteriores) que nos ofrece libertad para rellenar las estrellas a nuestro gusto y desarrollar estrategias diferentes en cada partida.

Vamos concluyendo. Azul, pabellón de verano lleva un poco más allá esta exitosa fórmula de juego abstracto diseñado por Michael Kiesling, ofreciéndonos un producto lo suficientemente original como para poder convivir con otros juegos de la saga en nuestro ludoteca. Ofrece buenas sensaciones y, de hecho, puede ser el detonante de que desplacéis a los otros juegos de vuestra rotación lúdica. En nuestro caso, ha sido así. Desde que tenemos Pabellón de Verano, no hemos vuelto a jugar al Azul original. Es un juego sencillo de explicar y fácil de jugar, recomendado a partir de 8 años, pero asequible para niños y niñas a partir de 6 años sin demasiados problema. Si no tenéis ningún otro juego de la saga, no es mala opción comenzar probando este. Eso sí, si lo hacéis, procurad no seguir por el Azul original, porque os parecerá demasiado sencillo en comparación.

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